En una rueda de prensa marcada por polémicas y distracciones, el presidente de Bolivia, Luis Arce Catacora, presentó su informe de gestión 2024, donde lo menos destacado fue su contenido. En cambio, las acusaciones lanzadas hacia el expresidente Evo Morales y la peculiar defensa sobre las acusaciones que recibió en 2020 fueron los titulares que dominaron la jornada.
Con un tono defensivo y leyendo un guion que algunos calificaron de incoherente, Arce culpó a diversos sectores, incluidas las caseras de los mercados, por el alza en los precios de los alimentos, sugiriendo que estas incrementaban costos para garantizar sus aguinaldos. La afirmación, lejos de calmar las aguas, encendió críticas desde diferentes frentes que acusaron al mandatario de desviar la atención de la crisis económica.
Sin embargo, lo más llamativo de la conferencia ocurrió cuando Arce reveló que durante su campaña de 2020 fue llamado “pedófilo” por ser identificado con Morales. El comentario no solo revivió el escándalo que rodea al expresidente —acusado de trata de personas—, sino que eclipsó cualquier otro tema abordado en el informe. Arce declaró que los ataques verbales que recibió eran un reflejo del clima político de la época, donde el vínculo entre su figura y la de Morales era inevitable.
El contexto de las acusaciones contra Morales
Evo Morales enfrenta actualmente un proceso judicial en Tarija por presunta trata de personas, lo que lo ha confinado al Chapare, donde es protegido por sus seguidores. Aunque no existe denuncia directa de la supuesta víctima, las imputaciones han generado un clima de especulación que ha ensombrecido al Movimiento al Socialismo (MAS). En una reciente entrevista con La Jornada de México, Arce comentó que las acusaciones contra Morales eran “un secreto a voces” desde 2019.
Un cierre de gestión opacado por polémicas
Mientras el país atraviesa serios problemas económicos, el informe de Arce fue percibido como un ejercicio superficial, con críticas a los medios y a los sectores sociales. La presencia de la ministra de Comunicación, María Nela Prada, vigilante y aparentemente dirigiendo la narrativa del presidente, no pasó desapercibida. Su actitud fue interpretada como un intento de mantener bajo control una conferencia que rápidamente se salió de curso.
La sesión concluyó con una sensación de desconexión entre el mandatario y las prioridades del país. Las críticas se centraron en su incapacidad para presentar soluciones concretas, mientras el protagonismo recaía sobre sus ataques a Morales, opacando cualquier logro de su gestión.
Conclusión
El “circo político” boliviano, como lo han llamado analistas críticos, se adentra en un 2025 cargado de conflictos internos en el MAS y un liderazgo cuestionado. La estrategia de Arce de distanciarse de Morales parece, paradójicamente, haber acercado aún más el foco mediático a las sombras del pasado, dejando un informe gubernamental mediocre y un panorama político incierto para el próximo año.